Cuando Zeus, rey de los dioses, vio a Leda, quedó tan prendado de su belleza que se transformó en cisne y se acostó con ella. Leda dio a luz a dos huevos, y cada huevo eclosionó bebés gemelos. Los gemelos eran Pollux y Clitemnestra, y Castor y Helen, personajes que crecieron para aparecer en otras leyendas griegas. Paris secuestró a la adulta Helen y la convirtió en la legendaria princesa de Troya.
En la imagen, Leda mira con ternura a sus bebés, mientras que las curvas de su cuerpo contrastan con las líneas sinuosas del cisne, con la cabeza apoyada en su hombro. La imagen también es alegórica; la ramita de flor blanca que Leda sostiene en su mano es un símbolo de pureza. Su postura ligeramente incómoda, con los bebés a un lado y el cisne al otro, sugiere que está dividida entre el mundo humano y el evento mágico que le acaba de ocurrir.
En contraste con la naturaleza mítica de la historia, el escenario es naturalista. Sobre el hombro izquierdo de Leda, vemos un bloque de granito tallado. Sobre su hombro derecho hay una pequeña ciudad medieval. El cielo por encima y el suelo por debajo son igualmente realistas. El desarrollo de Leonardo como artista explica este realismo. Leonardo nació en la ciudad de Vinci, Toscana, en 1452, hijo de un abogado. En su juventud, Leonardo salía al campo cerca de su casa y recolectaba plantas y pequeños animales. Luego practicaría dibujando cada especie cuidadosamente en uno de sus cuadernos, representando cada detalle con precisión y complejidad.
Con el tiempo, estas representaciones del mundo natural se convirtieron en el sello distintivo del genio de Leonardo. Esta precisión se puede ver en la imagen, la representación del ala y las plumas del cisne, las nubes en el cielo y la hierba y el follaje. El pueblo en el fondo es casi seguro la representación de un verdadero pueblo toscano. Además del dibujo preciso, Leonardo anunció las representaciones más sutiles de la luz y el color jamás utilizadas en el arte occidental.
Comenzó el oficio de pintar en un momento en que los artistas estaban descubriendo las posibilidades del medio al óleo y los matices suaves y realistas en contraste con los colores más brillantes de la pintura al temple. Los artistas medievales se habían destacado en representar el mundo espiritual, el cielo, los ángeles y los santos, con pinturas al temple y pan de oro.
Pero el mundo mercantil posmedieval exigía realismo en la pintura. La sutileza del medio al óleo permitió a los artistas del Renacimiento lograr este realismo. Leonardo llevó la pintura al óleo a un nivel de virtuosismo con su técnica de aplicar capa tras capa de esmaltes teñidos a base de aceite sobre su superficie hasta lograr el efecto que deseaba. Esta técnica producía un efecto suave y brumoso en los bordes de los objetos de sus pinturas, que se denominó “sfumato” o humo. Se puede ver en la pintura más famosa de Leonardo, la Mona Lisa, pintada entre 1503-1507. Artistas posteriores copiaron Leda y el cisne de los dibujos de Leonardo y también esta técnica pictórica.